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Camino del Calvario

El camino del Calvario

Salimos del pueblo por la calle del Santísimo Cristo de Santa Juliana. La maleza, que crece junto a la tapia del viejo cementerio, no oculta un pináculo rematado en una bola sobre el osario. A ambos lados de la puerta, unas inscripciones epigráficas en latín y en castellano se leen a duras penas:

UT NON CONTRISTEM NI SICUT ET COETERO
QUI SPEM NON HABENTIA DE …

OH MUERTE, A TODOS TÚ SEGURA ALCANZAS
PERO A LOS QUE CONSUELA LA ESPERANZA

QUEREMOS CADÁVERES Y HUESOS DESCARNADOS
VOLVERÁN A VIVIR RESUCITADOS.

VISI SUI IT …MORI SAP 3º

NO ESTÁ SIEMPRE EL CUERPO SEPULTADO
SÓLO POR ALGÚN TIEMPO EL ALMA LE HA DEJADO
A ELLA EN FIN REUNIDO A VOZ DE DIOS INMENSA
RECIBIRÁ ALGÚN DÍA CASTIGO O RECOMPENSA.

Puerta del cementerio viejo

Pensando en las sentencias amenazadoras y, sin embargo, cargadas de esperanza de la piedra, miramos de soslayo por la verja de la puerta. Se dibujan en mi mente las imágenes de personas queridas o con las que compartí algún recuerdo de mi vida, según recorro con mi vista los lugares que ocupan.

Reiniciamos nuestro camino: hay demasiada quietud y un silencio exasperante en un Camposanto.

Por un camino de cruces,
en una meseta llana,
la “Blanca Nave” reluce
y a tu ermita nos conduces,
Cristo de Santa Juliana.
Versos de Domingo Tardón

El depósito de cadáveres, obra del alcalde Calvín, y que, gracias a Dios, hace mucho que no se utiliza, es la última edificación antes de ver campo abierto. Sólo tenemos que andar unos metros para encontrarnos frente a un Vía Crucis precioso, hecho en piedra de Campaspero, y quizás sufragado por la Cofradía de la Veracruz para dar realce a las procesiones de Semana Santa.

La Cruz del Cristo

Marca el inicio del camino del Calvario, que lleva a la Ermita de Santa Juliana.

El camino del Calvario
La cruz del Cristo

Arranca la cruz del Cristo de un pedestal con tres piezas: la primera, cúbica, está prácticamente enterrada y tapada por la hierba; la siguiente, también es un ortoedro de lado más pequeño; la tercera es casi cilíndrica, adornada con dos huesos cruzados en cada uno de los cuatro puntos cardinales, de clara connotación medieval, recordándonos la imprevisión del momento de la muerte.

La cruz, propiamente dicha, es de grandes dimensiones respecto del Cristo que soporta. Se inicia en un prisma cuadrado, donde figura la fecha en que fue esculpida: «1594» [1] y, rematadas las aristas convenientemente, adquiere pronto forma cilíndrica haciendo alusión al tránsito del mundo terreno al sobrenatural.

La figura de Cristo, en altorrelieve, es de tres clavos, con las rodillas ligeramente flexionadas. Sus grandes manos no guardan proporción con el resto de la figura. Aunque sus ojos, de rasgos orientales, estén cerrados, en su cara se puede vislumbrar un rictus de dolor.

Sobre su ladeada cabeza descansan la corona de espinas y el nimbo místico, de forma estrellada, como si de un beato medieval se tratara. Rematando la cruz, la bandita epigráfica “INRI”, en posición oblicua y descendente, nos recuerda que estamos en la tierra y que somos mortales.

El camino del Calvario
Cruz del Cristo: detalle

Seguimos el camino con un pinar en el horizonte y, antes de dar diez pasos, nos encontramos sobre la calzada del Puentecanto. Es preciso bajar a una de las riberas del Malucas para contemplarlo en toda su simple belleza.

Es un puente de estilo neoclásico, aunque el afán de la gente por tener unas raíces históricas más profundas, ha venido confundiendo a los habitantes de Navalmanzano. Desde niño he oído hablar del «puente romano» y de la posible calzada que pasaría sobre él.

La verdad es que el sillarejo de granito y su único ojo, en arco de medio punto (de 2 metros de radio), haría pensar a muchos en su semejanza con el acueducto de Segovia [2]. El puente se remata con dos hiladas de bloques graníticos formando los pretiles que enmarcan la calzada, de 4,30 metros de anchura.

El camino del Calvario. Puentecanto.
Puentecanto

La primera noticia que se tiene de él es de cuando aún era proyecto. En un acuerdo de Concejo del día 25 de julio de 1792, los vecinos (en número de 126) y la Justicia del pueblo deciden vender unos terrenos, «… separados de los pedazos…» [3] de propios, para pagar una cantidad de dinero que se les exige desde la ciudad de Segovia por los «…Alcances de sobrantes…».

Con el dinero de las ventas, aparte de satisfacer ese impuesto, se pensó en la «… mui precisa necesidad dehacer tres puentes consus pilares de Piedra consus Calzadas correspondientes una ala Puente que llaman deAceves, otra AlaViguilla, y otra ala puente deCanto porRazon delas muchas Aguas que en años copiosos acaezen…».

Como, para vender cualquier terreno de propios, había que pedir autorización a Intendencia de Segovia, se da «…podery facultad adichas Justicias…» para que hicieran el recurso correspondiente. La respuesta de Intendencia debió ser favorable y, poco después se levantarían los tres puentes.

El refuerzo que hay adosado, en el meandro del arroyo por donde le entran las aguas, es una pared de mampostería, de 1801, que impide que las aguas vayan invadiendo la orilla «…pues la devilidad del terreno no resiste el impetu conque confrecuencia sacuden las avenidas ensus inmediaciones …». Unas líneas más abajo del acta de la sesión de concejo se refiere la necesidad de continuar el refuerzo que se había iniciado unos años atrás.

El estado de conservación había sido casi perfecto hasta los años 80 del siglo XX, en que una cosechadora arrancó su pretil izquierdo. [4]

La restauración que se hizo fue de lo más práctica y de lo menos artística, ya que se utilizó cemento para unir los sillares y faltó muy poco para enfoscarlos.

Cuando se derruyó el puente de Santa Juliana, donde brotaba la Fuente Santera, el tráfico de vehículos pesados se desvió por éste, que corrió y, aún corre, el peligro del anterior, puesto que pasan camiones, hacia La Potra, de gran tonelaje. Habría que buscar una alternativa a ese tráfico rodado respetando uno de los símbolos más queridos de nuestro pueblo.

Era este paraje del Puentecanto un lugar frecuentado por las mozas de los barrios más cercanos, con sus cestos de ropa sucia o de cacharros para lavar, cesto que colocaban como trampa para pescar algunos peces entre chascarrillos y risas.

Desde el Puentecanto nos dirigimos a la ermita de Santa Juliana en un recorrido en zig-zag perpendicular, paralelo y otra vez perpendicular al arroyo-río Malucas. Las cruces que lo custodiaban fueron contemporáneas de la del Cristo, aunque se sabe que algunas son más modernas ya que fueron restauradas o reemplazadas en 1734. [5]

Al otro lado del Puentecanto encontramos la siguiente cruz. La forma y dimensiones de ésta serán muy parecidas a las de las cruces intermedias que encontraremos desde la 4ª hasta la 12ª, ambas inclusive. Todas ellas descansan sobre una peana casi cúbica y, arrancando de un ortoedro cuadrangular, se convertirán, transformando sus aristas, en prismas octogonales: es el camino intermedio entre lo terreno y lo celestial, modelo que tomará el chapitel de la torre.

Creo que esta 2ª cruz ha modificado su primitiva ubicación: la simbología del «camino de perfección» sería más comprensible si la 3ª cruz, de forma de prisma ortogonal cuadrangular ocupara el inicio del camino del Calvario, las de sección octogonal fueran las intermedias y la última, como realmente es, fuera de sección cilíndrica (cuadrado-octógono-círculo).

Las dimensiones de estas cruces de sección octogonal están próximas a 175 cms. de altura, 65 cms. de brazos y 23 cms. de diámetro. No obstante, la 9ª, la 10ª y la 12ª están reparadas por algún desperfecto que sufrieran a lo largo del tiempo y sus alturas son menores.

Las tres cruces: cuadrado – octógono – círculo

El camino del Calvario
Cruz de sección cuadrada
El camino del Calvario
Cruz de sección octogonal
El camino del Calvario
Cruz de sección circular

La tercera cruz indica la desviación del camino hacia la derecha, casi en ángulo recto. Es diferente a todas por sus dimensiones, forma e inscripciones. Mide 210 cms. de alta, 84 cms. de brazos y su perfil, como ya queda dicho, es de prisma recto de 23×14 cms.

En los tres brazos cortos pueden leerse unas siglas incisas: en el brazo perpendicular al suelo, JHS, y en los horizontales, Mª y JHP. Es como si quisiera avisarnos que, para seguir ese camino de perfeccionamiento hasta alcanzar la Salvación (Iesus Hominus Salvator), hay que seguir el ejemplo que nos marcaron en la Tierra Mª (María) y Jesucristo (Iesus Hominus Passio).

La peana ortoédrica sirve también de soporte a una inscripción epigráfica:

Texto:Transcripción:
ADV D GAVA DEVOCIÓN DE GABRIEL
MAº Y ANTNAMAYO Y ANTONIA
ALVAREZALVAREZ [6]

El camino del Calvario ha ido dejando sus cruces a la izquierda del caminante hasta la 8ª. Desde ésta, y hasta la 11ª, quedarán al otro lado. Hay un pequeño refuerzo de piedra que parece aguantar este último tramo del camino que corre paralelo al Malucas. Es un murete de contención construido para soportar los viejos desbordamientos del arroyo que quiso ser río.

Precisamente en esta última cruz se da otro giro de 90º hacia la izquierda para iniciar el ascenso de la cuesta que conduce a la ermita. También en su peana puede leerse, con cierta dificultad, otra inscripción:

Texto:Transcripción:
AD EY )PA DEVOCIÓN (?)
ALVº SA` Y MªALVARO SANZ Y MARIA
D PDE PABLOS

Creo que ambas advocaciones reflejarían el que esas cruces fueron costeadas por unas personas, matrimonios en los dos casos, que tendrían hecha una promesa al Bendito Cristo de Santa Juliana.

La cruz que ocupa el 14º lugar, un poco más baja, tiene a sus lados las dos cruces, más pequeñas, que corresponderían a las de los ladrones del Evangelio. La 15ª es la más alta, 215 cms. Desde aquí, la ascensión se hace algo más dificultosa, tanto que la mirada se concentra más en los neonatos árboles de la loma que en el destino final, que se observa sólo de vez en cuando.

El camino muere dejando su última cruz a los pies de la ermita. De forma cilíndrica (haciendo alusión a la perfección celestial) y dimensiones semejantes a las de la cruz del Cristo, sólo tiene esculpida, y coronándola en posición oblicua y ascendente, la repetida banda epigráfica INRI (por ese camino de lucha, de imitación del sufrimiento de Jesús, llegaremos al cielo). En su alto pedestal no figura ninguna inscripción.

Por todo el camino hemos venido observando algo muy curioso en las retamas que nacen en sus bordes: sus ramas presentan infinidad de nudos. La explicación está en las «rezanderas», mujeres que se dicen con poderes para curar ciertas enfermedades, o hacer desaparecer clavos, verrugas,… El secreto con el que llevan sus rezos e invocaciones, mientras anudan esas ramas, no me permite dar más detalles.

También en la misma cuesta se crían unas hierbas casi milagrosas para curar algunas dolencias. Colocadas debajo de la almohada mientras se duerme, o llevándolas mucho tiempo encima, en el bolsillo o en una bolsita, se consiguen unos efectos asombrosos…

Sin apenas darnos cuenta hemos llegado a Santa Juliana. La vista que se nos ofrece desde lo más alto del cerro es de lo más relajante.

La devoción popular al Bendito Cristo de Santa Juliana, las procesiones de Semana Santa o de la Cruz de Mayo, la algarabía de los vendimiadores de otro tiempo, los paseos de quienes gustamos contemplar desde la ermita una de nuestras inigualables puestas de Sol,… han dejado sus huellas en este entrañable camino.

Notas

[1]
Es similar a las que hay en Gomezserracín y en Olombrada y casi idéntica a la de Campaspero, en la que figura una inscripción: “Púsola Alonso Arnanz a su costa en el año 1599”. Muy probablemente las hizo el mismo cantero-escultor. Volver…

[2]
Como la toponimia “Puente de Canto” es anterior a esta última construcción, bien pudiera pensarse que el erosionado sillarejo de granito que lo forma procediera de un puente romano anterior. No olvidemos que, en sus inmediaciones, hay varios yacimientos del mundo romano bajoimperial.

Inocente Muñoz, en uno de sus poemas, habla de “…Navalmanzano de historia / te pareces a Segovia / con ambos puentes romanos /que parecen novio y novia / aún estando separados…”
INO: “Quiero… que hagas poesía”. Pág. 103. Edit. Luis F. Pareja. Madrid, 1981. Volver…

[3]
Esta y otras citas que seguirán sin nota a pie de página pertenecen al Libro de Concejo (1745-1814). Archivo Parroquial de Navalmanzano. Volver…

[4]
Ya hubo un “arreglo” de piedra y cemento aprobado en S.O. de 23 de julio de 1968. Libro de Sesiones. Archivo Municipal de Navalmanzano. Volver…

[5]
Ese año la iglesia parroquial invierte 8 reales en su restauración (¿o quizás ayudara con eso a pagar a la Cofradía de la Veracruz?). Libro de Fábrica de la iglesia. Año 1734. Archivo Parroquial de Navalmanzano. Volver…

[6]
Gabriel Mayo, un hacendado carretero y aperador, fallece en junio de 1772 y su segunda esposa, Antonia Álvarez, lo hará un año después. El testamento de la mujer está repleto de mandas religiosas y donaciones de tierras a la Cofradía de San Andrés, San Fabián y San Sebastián. Libro de Difuntos. Año 1773, julio. Fol 204 vto. Archivo Parroquial de Navalmanzano. Volver…

Escrito por Juan José Gilsanz Otero

Licenciado en Geografía e Historia por la UNED
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